Un sol que predice su hermosa apariencia.
Oh que belleza, que dulce mujer afrodita.
Una luna y estrellas engalanando sus eternos
sueños.
Un corazón que latirá por siempre en su apolíneo
interior.
Ese dorso más veraz de un poema.
Cautivando su oído de una manera muy amena.
Esa dulce fragancia de flores en Setiembre.
Porque si ella codicia, es la cumbre de
primavera.
Aquel río que embellece sus más hondos paisajes.
Donde los peces reverencian su belleza de ojos
infinitos y sinceros.
¿Quién será esa bella descripción de mis versos?
Es la mujer, creación celestial de Dios.
Escrito por: Lic. Eduardo Mires Asmat.
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